
Se torna costumbre seguir los pasos que rutinariamente damos en cada uno de nuestros actos, que en la mayoría de los casos, parecen obligados.
Fingir, condenarse de por vida a una vida que sabemos de ante mano que no deseamos. No logro entender porque nos dejamos acompañar de quien no queremos y escondemos a ese corazón y su latido para los momentos en que escapamos a la cara oculta de la luna.
Apostaría lo que fuera a que la magia de esos instantes dejarían de serlo en el momento que la luz del día los iluminase. ¿Será entonces que nos guste vivir en un interminable sueño?.